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Círculo de Bellas Artes
En 1919, el Círculo de Bellas Artes convocó un concurso de anteproyectos del edificio de su sede social en el solar que habían ocupado los jardines del marqués de Casa Riera. El concurso se declaró desierto, quedando tres proyectos finalistas: el equipo formado por Secundino de Zuazo y Eugenio Fernández Quintanilla, el de Baltasar Hernández Briz y Ramiro Saiz Martínez y el de Gustavo Fernández Balbuena. Antonio Palacios, uno de los concursantes, recurrió el fallo que había desestimado su anteproyecto, al descalificarlo por superar la altura máxima permitida. Por tal motivo, se hizo una votación entre los socios que eligieron el de Palacios. El edificio, como todos los construidos por este arquitecto, tuvo grandes problemas para conseguir licencia municipal por exceso de altura, a pesar de haber sido declarado como centro de protección de las Bellas Artes y entidad de utilidad pública. Se ajusta a un solar rectangular, al que se acoplan perfectamente los distintos usos de cada planta. La inmensa mole se encuentra decorada con esculturas de Capuz y Adsuara en sus fachadas y coronado por una Minerva de Juan Luis Vassallo; el conjunto posee una imagen urbana monumental y ecléctica por su volumetría y el tratamiento de sus fachadas. La parte baja repite el esquema de los edificios comerciales con el doble orden gigante y en la parte alta se crea un juego de distintos volúmenes hasta terminar en la torre a modo de faro cultural.